Candy Delgado
Nací un día del año 1949 en Barranquilla, una ciudad alegre y pujante del norte de Colombia, en medio de una familia numerosa: mis padres y diez hermanos. Fui la sexta hija nacida consecutivamente antes del alumbramiento de cuatro varones y otra mujer. El don de interpretar los sueños lo descubrí cuando tenía seis años de edad. Un día escuché a mi madre narrándole un sueño suyo a una de mis tías y, por unas imágenes que se formaron en mi mente, les dije que mi hermano menor, el primer hijo varón, iba a sufrir un accidente. Y así sucedió más tarde ese mismo día.
Al principio supuse que la capacidad de interpretar sueños era una facultad ordinaria de todas las personas. Cuando me di cuenta de lo contrario, entonces resolví ocultarla para no sentirme un bicho raro en medio de la gente. Para una jovencita de pocos años fue demoledor sentirse observada como se miran los animales del zoológico. También quise evitar lo peor: que todos creyeran que era bruja.
Me casé a la edad de diecisiete años. La decisión del matrimonio fue una equivocación. Mis sueños me decían que no lo hiciera pero con tan pocos años no tuve la entereza ni los medios para oponerme al consenso familiar. Estuve casada diez años viviendo duras experiencias que moldearon mi carácter y me dejaron el mayor tesoro de mi vida: mis hijos.
Sola y con cuatro hijos me dediqué a trabajar para educarlos. El don lo utilicé nada más para orientar mis decisiones personales y ocasionalmente para descifrar los sueños de mis hermanos y de mis hijos. Fueron muchos años los que transcurrieron antes de que resolviera ponerlo nuevamente a la disposición de todo el mundo.
A principios del año 2006 decidí que ya no tenía cortapisas para mantener oculto mi don. Había educado a todos mis hijos. Eran profesionales universitarios exitosos y todos, con excepción del menor, en esa época, estaban casados. En consecuencia, me sentí libre para iniciar una nueva etapa de mi vida. Contaba con el tiempo necesario, había madurado lo suficiente para no atemorizarme ante las críticas y, además, gracias a los recursos de la tecnología, disponía del internet como medio eficaz para llegar a un gran público. Así nació esta página. Mi intención al principio no iba más allá de escribir sobre los sueños. Estaba convencida por mi experiencia previa que la interpretación de un sueño sólo era posible si tenía frente a mí al soñador o si este me lo narraba por el teléfono. Pero me sorprendí mucho cuando alguien me escribió su sueño por correo electrónico y descubrí que podía descifrar su significado sin necesidad del contacto personal. Desde ese momento fue creciendo el número de corresponsales y las estadísticas me revelan que la página es leída actualmente en cuarenta y seis países.
Soy una persona muy creyente y reconozco que mi don es un regalo de Dios. Simplemente soy un medio que facilito la comprensión de un anuncio divino. Por eso, a quienes me expresan su gratitud por los mensajes que descifro, les recuerdo que es el Padre Celestial quien merece el crédito porque gracias a su amor estamos todos cobijados por su manto protector.
He podido servir a mucha gente gracias a la gentileza de los medios de comunicación. Me han invitado a participar en programas de radio y televisión de mi país y del exterior en los que he interpretado en vivo los sueños de la audiencia y he escrito columnas periodísticas sobre este tema. Además, atiendo personalmente a quienes desean consultarme en privado.