Hace más de dos años experimenté varios sueños que llamaron mi atención por la evidente relación que tenían con un suceso relativamente reciente en ese momento que era (y es) tal vez el mayor misterio de la humanidad en los últimos tiempos.

En esa ocasión no quise tratar el asunto públicamente porque se especulaba mucho en los medios respecto al suceso que tenía en vilo a varios gobiernos y a las autoridades aeronáuticas de sus respectivos países. La exposición de una versión de lo ocurrido basada en los sueños de alguien sin vínculos de parentesco con los pasajeros o tripulantes del avión desaparecido, sería considerada oportunista y traída de los cabellos. Por eso guardé silencio y esperé el desenlace de las investigaciones sobre las causas de la desaparición y los resultados de la búsqueda de la aeronave. Sin embargo, en vista de que ya se cumplieron tres años de ocurrido el hecho sin que se sepa a ciencia cierta qué pasó, compartiré con todos lo que hasta ahora he guardado para mí y solo pocos allegados míos lo supieron.

Al principio me sorprendí porque empecé a buscar la relación de esos sueños conmigo y mis circunstancias y no encontré vínculo alguno. Recuerden que una de las guías básicas para conocer el mensaje de un sueño explica que su contenido identifica la situación que vive quien soñó. En este caso las imágenes eran extrañas a mi entorno y la mayoría de las personas que aparecían en ellas ya no formaban parte del mundo físico, es decir, eran espíritus. No había ninguna duda al respecto. Me pregunté, entonces, qué interés tenían para contactarme. Además, ¿qué querían decirme? Era claro, en todo caso, que requerían mi ayuda porque seguramente sus familiares y amigos no entendían lo que les transmitían.

En ese momento recordé un sueño que tuve previamente, más o menos una semana antes de los que narraré en renglones posteriores. En él me vi tomándome una foto, una selfie, con una persona desconocida para mí. Se trataba de un hombre y era un extranjero. Lo supe por su aspecto y porque estábamos en París. Después me vi acompañada de ese mismo personaje en unas oficinas situadas en el quinto piso de un edificio. Sosteníamos una conversación y en cierto momento del diálogo nos acercamos a una ventana, miramos a la calle y vimos una multitud que nos observaba. Entonces le dije que yo no salía de ahí porque tenía temor. Al despertar entendí claramente, como si se tratara de una deflagración mental, que el sueño me había presentado un episodio del futuro. Esa certeza me hizo sentir una mezcla de sorpresa y desconcierto. Procuré, entonces, relajarme un poco para calmar la tormenta de pensamientos que empezaba a formarse en mi cabeza. Al cabo de unos minutos la serenidad dominó nuevamente mis emociones e intenté asociar ese sueño con otros recientes pero no encontré conexión alguna. El tiempo pasó y no me inquieté más por lo ocurrido.
Los sueños que quiero narrarles y a los que hice alusión en el encabezamiento de esta entrada son los siguientes: en el primero veo a una adolescente de trece o catorce años vestida con un traje blanco sin cuello ni mangas y algo sucio de tierra. Ella está acostada en un sofá viejo igualmente sucio y situado a la orilla de lo que parece ser un mar de aguas oscuras. A su lado está un bombero tratando de ayudarla.
Luego soñé que corría por los pasillos del aeropuerto de una ciudad desconocida de otro país. No tenía pasabordo para viajar y disponía de poco tiempo pero sabía que debía abordar el avión a las once de la noche. En vista de las circunstancias pedí ayuda a una empleada de la aerolínea y la convencí de la necesidad que tenía de no perder el vuelo; ella, muy amablemente, puso a mi disposición un camión militar para que me llevara hasta el avión. Sin embargo, por extrañas razones, el vehículo se quedó detenido en la pista. Miré el reloj y marcaba la 1:30 a.m. Había perdido el vuelo.
Más tarde soñé con el mismo avión pero en esta oportunidad la aeronave estaba estacionada en la pista y yo subía por la escalera rodante para abordarla. En la puerta me recibió un sobrecargo masculino. Junto a él había otra persona pero no recuerdo quién era.
Dentro del avión y durante un momento del viaje veo un panel de tomacorrientes colocado al costado de la puerta de ingreso a la cabina de vuelo. El sobrecargo masculino intenta conectar un dispositivo electrónico utilizando un cable blanco pero al instante saltan chispas y brota humo por los orificios donde penetraron las varillas del enchufe. Es evidente que se había producido un corto circuito. El hecho me llena de sobresalto y empiezo a gritar que el avión se incendia. Varias personas reaccionan inmediatamente y evitan que se produzca el desastre. Un pasajero se levanta presuroso de su silla, se coloca frente a los demás y trata de calmarlos pidiéndoles que lo acompañen en una oración. Supongo que debe ser un pastor u otra clase de dirigente eclesiástico porque su actitud denota autoridad y experiencia en el manejo de un grupo. Escucho simultáneamente a otra persona que dice que el sistema de comunicaciones de la nave no funciona. Uno de los pilotos sale de la cabina y un pasajero le dice que él puede ayudar a resolver la emergencia aunque no es especialista en la materia pero opina que sus conocimientos y experiencia como ingeniero civil pueden servir. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por los intervinientes el problema no se resuelve. En medio del caos que ya está creado una mujer se acerca a mí y me pide que proteja a un niño. Reacciono con sorpresa porque percibo que ese niño en la realidad tiene un cuerpo físico. Es decir, es como yo. A diferencia de él, tengo la percepción que todos los demás son espíritus. Esa misma mujer se acerca a la adolescente rubia que vi en un sueño anterior y le limpia una sustancia blanca que sale de su boca.
El sueño avanza y me veo rodeada de varios jóvenes que portan sobre sus hombros distintas banderas. El pánico me invade porque todos están desesperados y me piden que no abandone el avión. Sé que el desenlace será trágico y no quiero estar ahí cuando se produzca. Deseo despertarme pero no puedo. Entonces se dirige a mí un jovencito que identifico como hermano de la adolescente rubia, me dice algo que no comprendo a cabalidad y menciona los nombres de dos países, no recuerdo con fidelidad cuáles fueron; después, entre todos me enseñan un monitor pequeño donde logro distinguir las referencias al paralelo 38 y al Mar Amarillo.
Interpretar mis propios sueños no siempre es una tarea fácil. Y lo es menos en un caso como el expuesto en el cual me vi envuelta en una situación angustiante. Esos espíritus que se acercaron a mí solicitaron mi ayuda para esclarecer la realidad del suceso en el cual perdieron la vida. Por esa razón lo primero que hice para comprender qué querían decirme fue iniciar el proceso de identificación de cada uno para saber quiénes eran. Me ayudó en ese trabajo una persona residente en Europa quien investigó detalladamente a los pasajeros y la tripulación de la aeronave. Gracias a esa colaboración pude examinar las fotografías de todos y establecer la identidad de las personas que vi en mis sueños. También supe que el hombre extranjero con el cual me tomé la selfie en París y con quien me encontré después en unas oficinas, era el padre de la adolescente rubia que vi posteriormente. Con ese detalle las piezas del rompecabezas encajaron perfectamente.
La conclusión a la que llegué después de esa labor me dice que el avión perdió su sistema de comunicaciones a causa de un corto circuito y a pesar de los esfuerzos realizados no fue posible restablecerlo. Sin embargo el vuelo siguió adelante por un lapso estimado de tres horas y el desenlace se produjo probablemente en las aguas del Mar Amarillo cerca del paralelo 38. Es posible que haya sido derribado porque el área de sobrevuelo es una zona territorial de países en conflicto. Esta es mi interpretación de lo que me transmitieron las personas que vi porque en el sueño no tuve el valor de continuar dentro del avión y ver el final pero el hecho de sentir que estaba rodeada de espíritus me confirmó que habían fallecido. Sin embargo, las conjeturas elaboradas por los investigadores aeronáuticos sitúan la desaparición de la nave en un punto prácticamente opuesto.
En mi sentir los espíritus de las personas que fallecieron en ese trágico episodio deseaban transmitir a sus familias la verdad de lo ocurrido para lo cual pidieron mi apoyo. Tengo la sensación de no haberlos ayudado de una manera muy efectiva porque la distancia y la barrera del idioma me han impedido hasta ahora acceder a ellas. Sé que los embarga la incertidumbre porque las versiones oficiales son ambiguas y el término de búsqueda del avión concluyó. A pesar de esa dificultad tengo la certeza de que esos espíritus han aparecido en los sueños de sus seres queridos y les han dicho la verdad de lo sucedido. Me gustaría (ojalá pudiera hacerlo) hablar con esas personas y escuchar de sus labios el contenido de sus sueños con los parientes que abordaron ese vuelo para complementar lo que ellos me transmitieron. De esa manera se podrían conocer más detalles de esta historia plagada de misterio por culpa del silencio de muchos. Por mi parte, si vuelvo a verlos en un sueño, espero tener el valor de no despertarme y presenciar el final.

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