Al finalizar el año calendario algunos celebran muy contentos por los éxitos alcanzados y otros se lamentan por causa de sus frustraciones, fracasos o pérdidas materiales o de seres queridos que fallecieron. Esa es la dinámica de la vida: unos ríen y otros lloran. Sin embargo, no debemos perder de vista que las crisis son oportunidades para crecer y aprender y las metas alcanzadas son el resultado de un esfuerzo paciente y planificado. Por eso las evaluaciones y los balances, cualquiera sea el resultado que arrojen, siempre deben conducirnos a mejorar lo logrado o revisar las causas del fracaso. A partir de las conclusiones a las que lleguemos debemos empezar a planear las acciones a emprender en el nuevo año. Para tener la certeza de que procederemos con acierto debemos pedirle a Dios, durante los primeros días del año, que nos envíe en sueños los mensajes que necesitamos para no equivocarnos. Con seguridad Él nos responderá y bajo su guía alcanzaremos el éxito que deseamos. Que el año 2017 sea próspero para todos con la bendición de Dios.
CANDY DELGADO

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